Las procesiones varían por el número de celebrantes, diáconos y de acólitos que participan en una celebración litúrgica. Sin embargo, existen algunos principios generales que deben observarse: primero caminan los acólitos, luego los diáconos, y al final los presbíteros de acuerdo a lo siguiente

1.- En primer lugar debe de caminar el acólito que lleva el incensario y la naveta. Un acólito puede llevar el incensario y otro la naveta; ambos caminan juntos, hasta delante. 

2.- En segundo lugar caminan los acólitos que llevan la cruz y los dos ciriales. En las celebraciones presididas por el obispo en su diócesis, puede haber siete ciriales: otros cuatro caminan detrás de dos en dos, y uno más camina detrás de la cruz.

3.- En tercer lugar caminan los acólitos que sirven al altar, si hay otros además de los encargados del incienso, los ciriales y la cruz. Caminan de dos en dos.

4.- Después caminan los diáconos de dos en dos. Uno de ellos ha de llevar el evangeliario en alto.

5.- Caminan después todos los concelebrantes de dos en dos. En caso de que haya obispos concelebrantes, caminan después de los presbíteros, de dos en dos.

6.- Al final camina el celebrante principal en medio del pasillo. Si celebra un obispo, detrás de él pueden caminar los dos diáconos que lo asisten.

El lugar que ocupa el maestro de ceremonias no está determinado por los libros litúrgicos. En algunos casos camina detrás de los acólitos. En otros casos camina detrás del celebrante principal, a su izquierda. Este último es el uso de la liturgia papal.

Si hay ceremonieros, caminan a un lado del grupo al que te toca coordinar. Por ejemplo, en la liturgia papal el ceremoniero encargado de los acólitos camina a su lado; lo mismo el ceremoniero encargado de los diáconos, y los encargados de los celebrantes.

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