Excmo. Sr. Presidente del Parlamento de Canarias

Excmo. Sr. Alcalde de San Cristóbal de La Laguna

Sr. D. Francisco Doblas González de Aledo, esclavo mayor de la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna

Estimadas autoridades civiles, eclesiásticas y militares,

Ciudadanos y ciudadanas,

Me cabe el gran honor de compartir con Ustedes el pregón de las Fiestas del Cristo de este año. Cuando mi querido alcalde me lo planteó, no tuve que pensarlo: inmediatamente dije sí. Por el Cristo, por la ciudad, y porque hay pocas ocasiones en las que se me presenta una oportunidad como ésta, de reflexionar sobre un asunto que para mí es de máxima actualidad y trascendencia: el binomio universidad-ciudad.

Y es que las universidades constituyen una creación básicamente europea, asociada a las ciudades en que se fundan, que se remonta a los siglos XII y XIII, en pleno Medievo. Las primeras instituciones de esta índole en Europa fueron la Universidad de Bolonia en 1088, Oxford en 1096 y, poco después, París en 1150. En el caso español, la primitiva Universidad de Palencia en 1208 y Salamanca en 1218 fueron las primeras instituciones creadas a tal fin.

A pesar de que en su larga historia la universidad ha experimentado cambios enormes, todavía se puede percibir un gran parecido entre las primeras instituciones medievales de lugares tales como Bolonia, Oxford, París, Coimbra o Viena, en cuanto a fines y espíritu, y las principales universidades del mundo occidental.

Las universidades son espacios de debate libre, en los que se pueden cuestionar las verdades establecidas para obtener así una comprensión más profunda de la realidad, siempre haciendo uso del método científico y la contrastación de fuentes basadas en evidencias empíricas. No hay resquicios para la superchería, los relativismos sin fundamento y las medias verdades que no aguantan refutación alguna. Aportamos conocimiento y cultura que hacen desarrollo. Y ese conocimiento puede tener una orientación general o universal, pero también local acerca de cuestiones próximas.

Por ejemplo, haciendo referencia a las Fiestas del Cristo en las que nos encontramos, el origen y la llegada a La Laguna de la flamante escultura del Cristo estaba envuelta en una nebulosa de leyendas, hasta que las investigaciones del catedrático Francisco Galante nos iluminaron con detalle al respecto. Y nos aportaron el conocimiento sobre el ingreso en la ciudad de la escultura flamenca que se convirtió en el icono y fuente de devoción a causa de su enorme dimensión social, y también a una acertada conjugación entre arte y espiritualidad.

Galante nos enseña que, después de la conquista de Tenerife, los conquistadores Juan Benítez y Fernández de Lugo participaron en varias contiendas en la península y sur de Francia. Tras una victoria cerca de Montpellier, como prueba de agradecimiento divino, Benítez compró por setenta ducados la imagen de un crucificado al capitán de un navío arribado en el puerto de Barcelona, que lo había obtenido de un mercader procedente de Venecia, la puerta marítima entre oriente y occidente.

Desde la ciudad condal, el crucificado fue trasladado a Cádiz para depositarlo, de manera eventual, en la ermita de Sanlúcar de Barrameda. Hasta que llegó a su destino, en 1520, al convento franciscano de San Miguel de las Victorias, aquí en La Laguna.

El crucificado lagunero es una escultura de roble negro de Flandes que nos habla del tránsito entre épocas y estilos. Así, tiene elementos del Gótico tardío, como su expresión agonizante y la posición de los pies, rodillas y piernas. Pero muestra elementos que ya nos hablan de un lenguaje clasicista, como el torso de líneas naturalistas o los brazos ligeramente arqueados

Además, se da una peculiaridad poco frecuente en la época, y es la existencia de una escritura en un lugar recóndito, que ha pasado casi desapercibida, ya que está en una escocia del nudo del paño de pudor, que hace alusión al autor y el año de ejecución de la obra. Les invito a que la encuentren.

Así que, en el año 2020, además de otros hitos que no queremos recordar, se cumplieron 500 años de la llegada de la imagen del Santísimo Cristo a la ciudad de los adelantados. Imagen sobre la que, como han podido comprobar, la ciencia ha aportado información relevante para conocer su origen, trayectoria y valor artístico y patrimonial.

Hablaba hace un momento de que las universidades aportan conocimiento y cultura que promueve desarrollo, y que, además, este conocimiento puede ser general o local. Podría hablar de todo lo que creo que ha aportado durante los siglos pasados la Universidad de La Laguna a esta ciudad, a Tenerife y a Canarias. Pero, si ustedes me lo permiten, prefiero hablar del ahora y del mañana.

Creo que es evidente el papel que las universidades tienen en la dinamización social, cultural y económica de las ciudades en las que se insertan. Y, aunque a veces se las perciba como instituciones alejadas de la realidad, esto no es así.

La universidad ya no es solo un espacio físico, un campus inserto en un territorio del que aparece desligada. En el siglo XXI, es un servicio público bien conectado globalmente, con grandes líneas de colaboración internacional pero, también, es un instrumento único para contribuir a la transformación del entorno más inmediato, local o regional.

Alguien podría pensar que la creciente digitalización de los centros de educación superior y la virtualización de sus campus y de sus enseñanzas, los puede alejar del territorio y de la propia ciudad. Pero creo que nada más lejos de la realidad, como trataré de exponer.

Las universidades y la comunidad universitaria tenemos claro que o somos internacionales o no seremos. Hemos de responder a retos globales, y por eso formamos redes de colaboración entre instituciones e investigadores que no entienden de fronteras y cuyo único fin es el progreso de la ciencia y el avance científico.

Pero también somos muy conscientes de que las instituciones de educación superior no tendríamos sentido si no trabajásemos pegados al territorio, si no nos interesáramos por los problemas y retos de nuestra tierra, por la solución de las crisis que en un mundo tan dinámico como el nuestro son cada vez más comunes.

La erupción volcánica de La Palma ha sido un claro ejemplo de ello.

Especialistas en vulcanología, edafología, biología marina, geografía y otras disciplinas… han colaborado intensamente en el estudio de este fenómeno de la naturaleza que tanto ha alterado la vida de las personas. Nuestro personal investigador y egresados siguen monitorizando el terreno, observando el nacimiento de la naturaleza tanto terrestre como marina, y trabajando en la nueva ordenación territorial, por poner algunos ejemplos.

Lo mismo podría decirse de esta isla de Tenerife, donde trabajamos con los barrios del municipio de La Laguna en su desarrollo, en nuevas formas de búsqueda de empleo, en la capacitación de aquellos que menos formación han tenido, ayudándoles a construir sus propios espacios públicos y de decisión. No es enseñarles a usar un procesador de textos, es mostrarles el camino para el aprendizaje transformador, para la reflexión de lo que quieren ser, y dotarlos de herramientas para la construcción de su propio futuro.

Se abren así nuevos caminos de colaboración con nuestro municipio, nuevas vías de crecimiento. Y es que, no en vano, somos una de las cinco primeras universidades del país en contribución al desarrollo de su entorno, según el ranking CYD, revalidando nuestra posición año tras año.

Esa preocupación por el desarrollo local es algo que también queremos que forme parte de la preparación de nuestros universitarios y universitarias, aportándoles formación más allá de sus competencias académicas, para lograr que sean agentes dinamizadores en las empresas e instituciones, que añadan innovación a los procesos productivos donde se inserten, que hagan crecer desde dentro la organización empresarial.

Para lograrlo, además de la formación teórico-práctica que reciben en sus titulaciones, cada año casi cuatro mil estudiantes realizan prácticas en empresas del territorio. Es una formación obligatoria a la que se pueden añadir prácticas extracurriculares de carácter voluntario. Todo ello redunda en que nuestros egresados y egresadas cuenten con un mayor conocimiento del tejido empresarial e institucional local.

Por otro lado, además de esta capacitación como profesionales, no creo que haya nadie que ponga en duda la importancia del alumnado universitario en los cambios culturales en muchas ciudades, en especial en las poblaciones medianas, como es el caso de La Laguna. Miles de jóvenes proponen ideas, crean sinergias entre colectivos, construyen nuevas formas de pensar y de hacer, de tal modo que la ciudad se adapta a sus demandas, ofrece nuevos servicios e intenta de alguna manera captar su atención.

Así, La Laguna crece con su universidad y sus universitarios, se imbuye de ellos y de ellas, combina sus prioridades con las de un público joven, ansioso de propuestas culturales y de ocio, pero también de nuevas estructuras para relacionarse entre sí, para crecer juntos.

Estamos hablando de un colectivo cada vez más cosmopolita y urbano, con una clara conciencia medioambiental, de amplios valores igualitarios, políglota, multicultural y abierto al mundo. Ciudadanos y ciudadanas globales, hiperconectados, sin prejuicios acerca de las distintas identidades, con ganas de aprender y socializar, dispuestos a cualquier experiencia que les haga crecer.

Así que, díganme ustedes si no es un lujo contar en La Laguna con estos ciudadanos tan asertivos y dinámicos, tan bien preparados, con tanto que ofrecer a un territorio como éste.

Y les encanta esta ciudad, siempre abierta, siempre viva. No me extraña que muchos se queden aquí. Sean canarios, peninsulares, europeos, americanos, africanos o de cualquier otro lugar, aquí están como en casa, y ese es un valor que pocos sitios logran captar.

La Laguna es una ciudad inclusiva, en permanente movimiento. Y creo sinceramente que ese es uno de los grandes valores de las ciudades del siglo XXI: su capacidad de acoger a todos. De hecho la universidad y el consistorio trabajan en proyectos de este tipo para lograr aquí un espacio fuera de registros excluyentes, al margen de etiquetas sociales de uno u otro.

La iniciativa Campus África es un claro ejemplo de ello. Se trata de un evento que reúne cada dos años a científicos y alumnos y alumnas africanas para formarlos en los últimos avances en enfermedades emergentes de gran incidencia en el continente africano. Formando a los científicos que liderarán en un futuro la sanidad en estos países, y se hace aquí, en La Laguna, con un claro y explícito apoyo de la corporación municipal, que ha comprendido que se trata de una ocasión única para hacernos más globales, más necesarios.

Y lo mismo sucederá en unas breves semanas con Campus América, otro proyecto internacional de la Universidad de La Laguna que tendrá lugar en estos espacios, para acercarnos aún más a la comunidad científica iberoamericana, con la que tantos lazos culturales e históricos nos unen. De nuevo hemos obtenido el apoyo de este ayuntamiento, que reconoce en este evento una oportunidad para hacerse más grande y para expandir esta ciudad entre nuestros hermanos de América.

Ser Patrimonio de la Humanidad le confiere a esta ciudad una distinción y un estatus muy dignos de elogio. Igualmente, expertos en historia del arte y ayuntamiento colaboran para preservar este espacio, enriquecerlo más si cabe y ordenarlo. En este ámbito se mueve su participación activa en el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, el CICOP, donde también la universidad tiene un peso específico.

Nuestra universidad es polo de atracción de talento internacional, de proyectos de investigación, produce conocimiento nuevo y lo exporta a la sociedad, es sede de empresas de base tecnológica y tiene un más que destacado papel en el Parque Científico y Tecnológico, también radicado en este municipio.

Pero es que somos más que eso, somos proveedores de principios de libertad y grandes promotores de justicia social, y créanme ustedes que, en un mundo tan polarizado y desigual, esto hace mucha falta. En nuestras aulas se enseña a las y los estudiantes a enfrentarse a retos globales, a pensar de manera independiente, a utilizar el método científico… en definitiva, a adueñarse de su propio futuro. Y además, nos estamos esforzando en ofrecer formación permanente a lo largo de la vida para todos los rangos de edad, de modo que la educación superior ya no sea un derecho de las personas más jóvenes, sino una oportunidad para toda la ciudadanía.

Esta simbiosis entre universidad y ciudad se produce en plena transformación de ambas. Porque este siglo XXI está destinado a ser el siglo del cambio, el siglo de las personas y la sostenibilidad, tanto para la universidad como para la ciudad.

Creo sinceramente que queda mucho por explorar en ese binomio de universitarios con su ciudad, un ámbito que ha dado muy buenos frutos a lo largo del tiempo, pero del que estoy segura que todos esperamos más. Toca, querido alcalde y querida corporación, intensificar aún más esta relación. Como señala el urbanista italiano y profesor universitario Francesco Indovina, más que una universidad alojada en la ciudad, debe ser parte constituyente de la estructura, la forma y el funcionamiento de la comunidad.

Las universidades fueron construidas en medio de las ciudades como expresión de orgullo cívico, algo que, a día de hoy, creo que perdura y, en el caso que nos ocupa, hace a La Laguna una ciudad enteramente diferente del resto. Porque hoy en esta preciosa ciudad convive gente inmersa en proyectos globales, se crea y se participa de redes internacionales de investigación, al tiempo que se avanza en el progreso social de sus vecinos y vecinas. Como apunta el profesor de la Universidad de Amsterdam Herman Van der Wusten, en las universidades abundan las formas híbridas de trabajo académico, en las que se mezclan las tradiciones locales y los modelos internacionales.

Las universidades pueden disolverse casi por completo en ciudades muy grandes o simplemente dejar huella en zonas bastante específicas del paisaje urbano. Creo que, en nuestro caso, ciudad y universidad se retroalimentan a la par.

En este sentido, las universidades situadas en el centro de la zona urbana, como apunta el profesor holandés, pueden ser claves para la revitalización de dichos centros de las ciudades y pueden invertir con fuerza en el mantenimiento de buenas relaciones con su entorno. Nosotros estamos en el centro y también en el extrarradio de la ciudad, a través de los campus de Guajara, Anchieta y Ofra, ofreciendo posibilidades de interconexión y expansión, mejor acceso para los estudiantes y revitalizando espacios en desuso. La universidad se presenta así como sujeto de reordenación urbana, como cómplice de los procesos de recualificación de la ciudad y de la sociedad.

Cabría pensar igualmente que, el creciente énfasis en las actividades intensivas de conocimiento, invita a considerar las zonas situadas en las proximidades de las universidades como buenas localizaciones para empresas de perfil más tecnológico y bio experimental, como de hecho comienza a suceder. Tenemos firmas muy importantes haciendo investigación y desarrollo en nuestra Torre Profesor Agustín Arévalo (aquí en la Avenida de la Trinidad), alguna de ellas líder mundial en tecnología de la imagen. Atraen talento internacional, que reside en nuestra ciudad, y se imbrican igualmente en el entorno a través de su red global de contactos.

Y qué decir de la industria cultural, con multitud de empresas dedicadas al diseño, desarrollos en el entorno web, la promoción de espectáculos, la producción cinematográfica, etc., muchas de ellas promovidas por egresados y egresadas de la Universidad de La Laguna, que a su vez captan la atención de nuevos proveedores y servicios de soporte. Lo mismo sucede con empresas dedicadas al sector de la informática, entidades locales pero con clientes internacionales, porque en el mundo de hoy la dimensión espacio-tiempo ya no es la misma, y el acceso a servicios localizados a miles de kilómetros de distancia puede ser inmediato y en tiempo real.

Es evidente pues que la repercusión económica de las universidades va mucho más allá del gasto local producido por la universidad, la plantilla y el alumnado -que ya es abultado-, y que, por tanto, genera empleo e ingresos a escala regional. De todos es sabido que las actividades productivas y del sector servicios de la economía local dependen cada vez más del conocimiento, y las universidades se hallan en una posición excelente para difundir entre la comunidad empresarial local los conocimientos que han obtenido por medio de la investigación de base y aplicada.

Como señalan los profesores de la Universidad de Alicante Gabino Ponce, Antonio Ramos y Andrés Pedreño, la exigencia de una simbiosis entre universidad y tejido social, que fue el origen de los mecanismos de extensión universitaria, debe ahora orientarse hacia la transferencia de los resultados de la investigación y la divulgación de la cultura más allá de los límites del campus, haciendo efectivas las estrategias de investigación y desarrollo para la implicación de ciencia y empresas en proyectos comunes del municipio.

Por eso, las universidades somos un referente obligado para muchas empresas y administraciones con las que mantienen contratos de asistencia técnica, transferencia de tecnología, alumnado en prácticas, postgrado y formación continua. Los trabajos del profesorado universitario para consultorías de la administración, dinamización de procesos, informes técnicos, asesorías a empresas, detección de muestras y análisis de todo tipo, son constantes y diarios, fortaleciendo así el sistema económico, y generando valor añadido al tejido económico de San Cristóbal de La Laguna.

Creo sinceramente que las empresas son cada vez más conscientes de que no pueden perpetuarse en el modelo económico surgido de los años setenta y ochenta del siglo pasado y que han de diversificar su mercado, fortalecer y automatizar muchos de sus procesos e internacionalizarse. Si queremos generar empleos cualificados para nuestros jóvenes y favorecer el desarrollo sostenible, hemos de preparar a nuestro municipio para ello, con infraestructuras potentes y con cualificación profesional adecuada. Para todo ello, tendrán a la Universidad de La Laguna como un aliado fiel y responsable.

Pero vamos más allá. Hoy a todas las empresas se les demanda conocer sus procesos y dar cuenta de sus resultados. Como institución pública, este deber es del todo ineludible. No generamos solo profesionales, sino personas cuyo perfil universitario las hace capaces, responsables, comprometidas e implicadas con su entorno, tractores de la transformación social. La Responsabilidad Social Universitaria exige así visibilizar principios éticos y de desarrollo sostenible y colaborar activamente en la formación de una ciudadanía responsable.

Hemos asumido un compromiso institucional explícito con la comunidad universitaria y con la sociedad. Para ello, consideramos imprescindible que las acciones se centren en difundir conocimiento, despertar conciencia social y generar compromiso e implicación de y entre las personas. Así, algunas de las principales actuaciones en este ámbito tienen que ver con la edición del libro “Las Universidades y la Implementación de la Agenda 2030. Aportaciones desde la Universidad de La Laguna”, donde se propone un conjunto de 330 acciones para impulsar los ODS en las Universidades, y en la Universidad de La Laguna, en particular.

A su vez, hemos participado en la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible, y hemos identificado las capacidades y los recursos que ya existen entre nuestro profesorado, a través de un proceso de mapeo que ha permitido reconocerlos, categorizarlos y ordenarlos en función de su potencial contribución a los ODS.

Hemos creado el Curriculum Social Universitario, un instrumento que visibiliza y cuantifica el compromiso de nuestros estudiantes con su entorno, de tal manera que, además del curriculum académico, tendrán otro de marcado carácter social, algo cada vez más demandado por el mercado, que quiere entre sus filas gente que le da sentido a su vida y se preocupa por las demás personas. Se trata de valores extra académicos que nos diferencian del resto y que cada vez están más en alza.

Queremos ser uno de los focos de creación y promoción cultural de la isla. Hemos redoblado la ocupación del Paraninfo, se han creado nuevas aulas y cátedras culturales y se han realizado acciones para adecuar la oferta a un perfil más joven. En el ámbito de las muestras y exposiciones se han acondicionado dos espacios nuevos donde poder realizar exposiciones abiertas a todos los públicos: el espacio Viana 50 y el Hall de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería. Estamos catalogando el vasto patrimonio artístico de la universidad, y puesto a disposición de la ciudadanía a través de exposiciones virtuales.

Como pueden apreciar, y aunque la Universidad de La Laguna disponga de campus dispersos, no queremos irnos de La Laguna. No queremos desconexión, más bien al contrario. Queremos ofrecer a esta extraordinaria ciudad todo lo que somos y todo lo que hacemos, deseamos que nuestros estudiantes la conozcan y la vivan intensamente, que nuestros egresados la hagan crecer con sus propuestas profesionales, que nuestros investigadores, desde las diversas áreas de conocimiento sigan trabajando, en ella y por ella.

 Querido alcalde, querida corporación, querido público, estamos en el lugar perfecto y en el momento idóneo para conseguirlo. Muchas gracias y felices fiestas del Cristo.