Las monjas del convento de las Clarisas accedieron este año a que la cruz saliera ante la trascendencia del acto

El día 8 de marzo de 1991, el pueblo lagunero tubo la oportunidad de ver por primera vez en la historia, en el transcurso del Vía Crucis, la primitiva cruz de madera que el Santísimo Cristo portaba en el momento de su aparición en el siglo XV, Las monjas del convento de las Clarisas, que durante todos estos años tan sólo consintieron la salida de la cruz para alguna exposición esporádica, accedieron este año, ante la trascendencia de los actos previstos, a que la citada cruz fuera portada en el Vía Crucis que comenzó a las ocho y media de la tarde.

En la parte inferior de la primitiva cruz del Cristo aparece una leyenda escrita dentro de un óvalo que dice: «Esta es la Santa Cruz en que vino la milagrosa Imagen del Santísimo Cristo de La Laguna, que según la tradición ay mas de 214 años que todo ha sido por modos milagroso y lo que hoy falta a esta cruz a la medida de las manos y pies del Señor lo ha desmenbrado la antigua devoción de los fieles devotos: por aver obrado su Magestad por este Santo Madero y Santa Imagen del Santo Xripsto de La Laguna innumerables milagros que ha hecho y esta hasiendo, y se colocó en este nicho en 25 de Julio año del Señor de 1724» (sic).

Las fuentes antes mencionadas precisan que «solamente este escrito es el que contenía la cruz, pero hoy se observa en ella, pintada, la imagen del Cristo con toda perfección y detalle, en un tamaño algo más pequeño, y según la tradición, mientras una religiosa, sierva de Dios, estaba limpiando la cruz con zumo de cebolla, vio cómo se destacaba cada vez más una imagen del Señor Crucificado y al acabar pudo reconocer en ella la verdadera imagen del milagroso Cristo de La Laguna».

Un recorrido tradicional, con novedades

El Via Crucis comenzó a las ocho y media de la tarde, tras la conclusión de las conferencias cuaresmales, que se estában llevando a cabo durante esa semana por el obispo Damián lguacen Borau. El recorrido, que fue desde la plaza de la Catedral hasta el Santuario del Santísimo Cristo, tubo catorce estaciones: dos en la Carrera, una en Ascanio y Nieves, tres en San Agustin, cinco en Los Alamos y tres en la plaza del Cristo. Por primera vez, también en un Vía Crucis, el prelado fue quien predicó en los balcones de cada una de las catorce estaciones.