Queremos poner estas sencillas palabras bajo el patrocinio del Santisimo Cristo en cuyo honor la ciudad erige los arcos tradicionales, los estandartes simbólicos de sus Fiestas Mayores.

Entre dos fechas hemos de encerrar las breves palabras encargadas de pregonar a los cuatro vientos estas jornadas de la ciudad: la de 1520-origen de la devoción al Santisimo Cristo de la Laguna-y la de 1957,que constituye una confirmación varias veces secular de esa acendrada, piadosa, ferviente devoción.

A lo largo del tiempo se han sucedido hombres y cosas, pero las mudanzas del tiempo han respetado el tesoro íntimo de esta tradición en la que el preciso relato histórico se poetiza con el lenguaje encantador de la leyenda. y asi nuevamente La  Laguna, en una reiteración de fe católica, abre el libro de sus festejos públicos para consignar la cifra de un nuevo capitulo cuya data de partida hay que ir a buscar en las primeras décadas del siglo XVI.

Nombrar las Fiestas del Cristo de La Laguna -como se las conoce popularmente- es sin duda hacer mención de una de las fechas más prestigiosas del calendario isleño. Todos, en la isla y fuera de la isla, saben que se frata de una identificación absoluta: la de la Ciudad con su Cristo, que a la par que suyo -dándole a esta posesión espiritual un sentido de entrega- lo es de todos los canarios, pues la sombra de la Cruz, más alta que el Teide, es como un divino palio sobre el Archipiélago.

Y aqui el Pregón se convierte en eco fiel de las fiestas en honor del Santisimo Cristo, para las que La Laguna convoca a las gentes todas de la isla y de las islas que, en corro de hermanas, rezan a la sombra del Teide y al pie de la Cruz.